«Tuvimos que empujar las bicicletas dos horas más, pero al menos estábamos avanzando», explica.
Llevaba una semana entera haciendo mal tiempo y había empezado a llover el primer día, cuando tan solo habían recorrido 150 km. Todos los días llovía de forma intermitente durante al menos la mitad de la jornada, y cada día era una repetición del anterior: esquivar charcos, quitarse la ropa de lluvia cuando dejaba de llover y volver a ponérsela cuando empezaba de nuevo, con los pies y el calzado mojados en todo momento.
En retrospectiva, la Unbound XL, donde Uba había acabado tercero solo nueve días antes de tomar la línea de salida en Alberta, fue un buen entrenamiento para la dureza del Tour Divide. Si bien el tiempo mejoró durante la segunda semana, Uba tuvo que luchar contra un fuerte viento de cara en Colorado, aunque consiguió evitar por los pelos la peor parte de una intensa ola de calor que asoló Nuevo México con temperaturas de hasta 45 °C.
«Pero en esas situaciones, tienes que centrarte en por qué estás ahí, en cuáles son tus objetivos. Para mí, abandonar no era una opción. No estaba enfermo, no había sufrido ninguna lesión grave y la bicicleta no estaba rota. Solo estaba abatido».
Y eso es justamente lo que hizo: seguir adelante. Al final, acabó el Tour Divide en primera posición con un tiempo de 14 días, 3 horas y 23 minutos. Al preguntarle por qué participa en ultras y cuáles son sus objetivos, lo primero que sale de sus labios es una broma: «No lo sé. ¿Quizá porque no tengo nada mejor que hacer?». Pero luego confiesa que, para él, este tipo de competiciones son una aventura «a la que te lanzas de cabeza y que te permite crear recuerdos que te acompañarán toda la vida. Al final, te sientes orgulloso de haber conseguido superar todos los obstáculos que hicieron que la experiencia fuera tan dura».
Aunque eso signifique pasar una noche entera con dos desconocidos en un baño portátil.
Photos: Nils Längner, Bikesordeath.com and Ulrich Bartholmoes